Hoy quiero compartir algo más que una experiencia laboral. Quiero hablar de un valor que me ha acompañado desde que comencé a trabajar y que ha marcado toda mi forma de relacionarme con clientes, colaboradores y equipos: escuchar.

Hace unos días, en una reunión con un cliente, le hice una pregunta que suelo usar para cerrar mis encuentros:

“¿Hay algo que creas que podría mejorar en el servicio, o algo más que pueda hacer por ti?”

Su respuesta me marcó:
“Camila, puede que el servicio a veces tenga sus complicaciones, pero contigo me siento tranquilo. Me escuchas, estás atenta y respetas mis tiempos. Eso se agradece, porque muchos solo quieren venderte, no escucharte.”

Y ahí entendí, una vez más, que vender no se trata solo de cerrar negocios, sino de abrir conversaciones, de construir vínculos reales basados en la empatía y el compromiso.

Pero este enfoque no nació en un escritorio ni se aprendió en una sala de clases. Nació desde la necesidad y la convicción.

Desde pequeña supe que quería salir adelante por mí misma. Vendía lo que fuera: dulces, queques, ropa… no por obligación, sino por pasión. A los 18 años ya trabajaba en bancos, enfrentando responsabilidades enormes para mi edad.

Pero no todo fue fácil. Viví momentos muy duros Pero jamás me detuve. Siempre busqué aprender, crecer y aportar.

Hoy estoy terminando mi carrera de Ingeniería en Marketing Digital, trabajo a tiempo completo, estudio de noche, y sigo apostando por dar más de lo esperado.

Y si hay algo que he aprendido trabajando en sectores desafiantes como la industria, la ingeniería y la minería, es que ser mujer en estos espacios no es fácil, pero sí posible. No necesito tener todos los títulos, pero sí una actitud firme, una ética fuerte y la capacidad de demostrar con hechos.

He aprendido que lo que marca la diferencia no es solo el conocimiento técnico, sino la forma en que tratamos a las personas: estar disponibles, ser honestos, acompañar, escuchar, resolver. Aunque no pueda evitar todos los incendios, sí puedo estar presente para apagarlos.

Porque al final del día, la venta más valiosa es la confianza, y eso solo se construye desde lo humano.

A quienes recién comienzan: no esperen estar listos, empiecen igual.
A quienes se sienten invisibles en sus industrias: ¡no se rindan!
A quienes dudan de su camino: si te mueve, vale la pena.

Escuchar también es vender. Escuchar también es liderar. Escuchar también es crecer.